Dead man walking.
Lo primero que le enseñan a un Samurai es que ya está muerto
Siempre había oído aquello y me había parecido impresionante, nunca pensé que un día me lo dirían a mi.
Y, mira por donde, sin esperarlo, sin hacer ruido y casi sin quererlo me comunicaron mi propia muerte una mañana cualquiera de tal día como hoy, no hará todavía unos minutos.
Ya tenemos fecha
Algo tan simple como esas tres palabras sonaron a mi oído como las primeras paletadas de tierra lanzadas sobre mi ataúd, algo tan simple que casi provocaría la carcajada de no ser terriblemente dramático.
Y no es que no lo supiera, que yo ya lo sabia, es que hasta ese momento aquella boda había sido una amenaza latente, algo abstracto sin concretar, como el cáncer que provoca el tabaco, como la velocidad que mata al automovilista, pero aquellas tres palabras fueron un diagnóstico de cáncer, un accidente imprevisto, algo que, de pronto, se hace tan real como una espada que se apoya en tu cuello ya tenemos fecha.
¿Por qué ahora?, ¿Por qué a mi?... ¿Por qué?...
La respuesta es simple, porque tú no importas, porque tú eres la variable que no entra en la ecuación, eres el rozamiento que se desprecia en el problema, eres un recuerdo que pertenece a otra vida.
Pero, si soy un recuerdo, ¿por qué ella no lo es?, ¿Por qué aquellas tres palabras penetraron mi armadura y me hirieron en lo mas profundo?, ¿Por qué me matas?...
Ahora ya nada tiene sentido, ahora soy un cadáver que camina y que siempre estará solo, ahora soy el perfecto soldado, la perfecta máquina de matar, no tengo futuro, no tengo pasado, no tengo nombre y no tengo conciencia, me has matado y me has convertido en lo que ahora soy
Lo primero que le enseñan a un Samurai es que ya está muerto.
Siempre había oído aquello y me había parecido impresionante, nunca pensé que un día me lo dirían a mi.
Y, mira por donde, sin esperarlo, sin hacer ruido y casi sin quererlo me comunicaron mi propia muerte una mañana cualquiera de tal día como hoy, no hará todavía unos minutos.
Ya tenemos fecha
Algo tan simple como esas tres palabras sonaron a mi oído como las primeras paletadas de tierra lanzadas sobre mi ataúd, algo tan simple que casi provocaría la carcajada de no ser terriblemente dramático.
Y no es que no lo supiera, que yo ya lo sabia, es que hasta ese momento aquella boda había sido una amenaza latente, algo abstracto sin concretar, como el cáncer que provoca el tabaco, como la velocidad que mata al automovilista, pero aquellas tres palabras fueron un diagnóstico de cáncer, un accidente imprevisto, algo que, de pronto, se hace tan real como una espada que se apoya en tu cuello ya tenemos fecha.
¿Por qué ahora?, ¿Por qué a mi?... ¿Por qué?...
La respuesta es simple, porque tú no importas, porque tú eres la variable que no entra en la ecuación, eres el rozamiento que se desprecia en el problema, eres un recuerdo que pertenece a otra vida.
Pero, si soy un recuerdo, ¿por qué ella no lo es?, ¿Por qué aquellas tres palabras penetraron mi armadura y me hirieron en lo mas profundo?, ¿Por qué me matas?...
Ahora ya nada tiene sentido, ahora soy un cadáver que camina y que siempre estará solo, ahora soy el perfecto soldado, la perfecta máquina de matar, no tengo futuro, no tengo pasado, no tengo nombre y no tengo conciencia, me has matado y me has convertido en lo que ahora soy
Lo primero que le enseñan a un Samurai es que ya está muerto.
5 comentarios
Agamor -
Muy profundo esto para que lo diga yo
Kurt-DC -
Dececon -
Gracias a ti por escribirlo.
Sanduleak -
Dececon -
Pero me permito recordarte unas palabras tuyas:
"...aprovechada de la maravillosa oportunidad de vivir y de dar vida a cuantos me conozcan. Desde mi modesto (y unos cojones modesto) lugar en el mundo prometo cometer cada día el atrevimiento de vivir, y es mas, declaro públicamente que instaré a cuantos se dejen influenciar por mi nociva presencia a hacer lo propio con sus vidas".