Truyaderas nocturnas, Capitulo I
Mientras el ya difunto señor Gardel me recuerda aquello tan traído y llevado de veinte años no es nada, dejo vagar mi mente por los ignotos caminos de la ignorancia ilustrada en que hoy nos sumimos y me pregunto, ¿pero de verdad veinte años no es nada?.
Curiosa pregunta, podría hablar de la relatividad Einsteniana del tiempo, pero preferiría dejar eso para los físicos o los aspirantes a tales como mi amigo Aranda, que seria capaz de, por supuesto interrumpiéndose doscientas o trescientas veces para recordar tal o cual anécdota irrelevante, divagar durante horas en un encrespado mar de ecuaciones diferenciales, teoremas, postulados y sistemas de referencia para acabar en la amarga disputa que sostenemos desde hace años, ¿determinismo o indeterminismo?, pues póngame cuarto y mitad de cada...
Desde el punto de vista más poético de la pregunta podría decir que veinte años es un periodo corto para el que pretende aprender los entresijos de la vida, entresijos que debido a mi juventud barbilampiña se me escapan por el forro de los bolsillos del pantalón corto que suelo vestir cuando saco a pasear al adulto que hay en mi, en fin, que le vamos a hacer, la juventud, que venimos arrasando...
Veinte años son un tiempo considerable mirados desde el antes, te da tiempo a arruinar un par de matrimonios, hacer saltar la bolsa un par de veces e incluso de arriesgarte con la rubia esa del tercero que está tan buena pero que te mira de un modo raro (prueba a echarte desodorante, a mí me funcionó), pero vistos desde el después parecen haberse quedado como un gato persa después de un baño, encogidos, es como cuando pierdes la virginidad, te queda un regusto amargo en el techo de la boca, una pregunta candente un ¿pero eso es todo? que por deferencia a tu partenaire no te atreves a pronunciar, veinte años en fin, que pueden haberse desaprovechado haciendo lo que debes, en vez de mandarlo todo a tomar por ahí y liarte la manta a la cabeza y hacer lo que de verdad quieres hacer, como dice mi padre no me arrepiento de lo que he hecho, sino de lo que he dejado de hacer, pues que mas quieres que te diga, esas palabras debieran haber sido esculpidas en mármol y colgadas a la entrada de cada escuela del mundo, para que la juventud aprendiera algo útil de la senectud, y no esa sarta de estupideces anacrónicas, mentiras insostenibles y gilipolleces envueltas en papel de regalo que se nos enseña día a DIA, esperando convertirnos en personas de provecho, señoras, señores, lamento comunicarles que en ese particular no seré, mientras mi voluntad valga mas que un flan de oferta, una persona de provecho, sino una persona aprovechada... aprovechada de la maravillosa oportunidad de vivir y de dar vida a cuantos me conozcan. Desde mi modesto (y unos cojones modesto) lugar en el mundo prometo cometer cada día el atrevimiento de vivir, y es mas, declaro públicamente que instaré a cuantos se dejen influenciar por mi nociva presencia a hacer lo propio con sus vidas, porque recordemos que aquellos que hacen mucho ruido mientras viven reposan tras la visita de la parca en idéntico silencio que los que transigen con el sí señor, no faltaba mas...
He dicho... y me he quedado tan ancho ¡hala!.
Curiosa pregunta, podría hablar de la relatividad Einsteniana del tiempo, pero preferiría dejar eso para los físicos o los aspirantes a tales como mi amigo Aranda, que seria capaz de, por supuesto interrumpiéndose doscientas o trescientas veces para recordar tal o cual anécdota irrelevante, divagar durante horas en un encrespado mar de ecuaciones diferenciales, teoremas, postulados y sistemas de referencia para acabar en la amarga disputa que sostenemos desde hace años, ¿determinismo o indeterminismo?, pues póngame cuarto y mitad de cada...
Desde el punto de vista más poético de la pregunta podría decir que veinte años es un periodo corto para el que pretende aprender los entresijos de la vida, entresijos que debido a mi juventud barbilampiña se me escapan por el forro de los bolsillos del pantalón corto que suelo vestir cuando saco a pasear al adulto que hay en mi, en fin, que le vamos a hacer, la juventud, que venimos arrasando...
Veinte años son un tiempo considerable mirados desde el antes, te da tiempo a arruinar un par de matrimonios, hacer saltar la bolsa un par de veces e incluso de arriesgarte con la rubia esa del tercero que está tan buena pero que te mira de un modo raro (prueba a echarte desodorante, a mí me funcionó), pero vistos desde el después parecen haberse quedado como un gato persa después de un baño, encogidos, es como cuando pierdes la virginidad, te queda un regusto amargo en el techo de la boca, una pregunta candente un ¿pero eso es todo? que por deferencia a tu partenaire no te atreves a pronunciar, veinte años en fin, que pueden haberse desaprovechado haciendo lo que debes, en vez de mandarlo todo a tomar por ahí y liarte la manta a la cabeza y hacer lo que de verdad quieres hacer, como dice mi padre no me arrepiento de lo que he hecho, sino de lo que he dejado de hacer, pues que mas quieres que te diga, esas palabras debieran haber sido esculpidas en mármol y colgadas a la entrada de cada escuela del mundo, para que la juventud aprendiera algo útil de la senectud, y no esa sarta de estupideces anacrónicas, mentiras insostenibles y gilipolleces envueltas en papel de regalo que se nos enseña día a DIA, esperando convertirnos en personas de provecho, señoras, señores, lamento comunicarles que en ese particular no seré, mientras mi voluntad valga mas que un flan de oferta, una persona de provecho, sino una persona aprovechada... aprovechada de la maravillosa oportunidad de vivir y de dar vida a cuantos me conozcan. Desde mi modesto (y unos cojones modesto) lugar en el mundo prometo cometer cada día el atrevimiento de vivir, y es mas, declaro públicamente que instaré a cuantos se dejen influenciar por mi nociva presencia a hacer lo propio con sus vidas, porque recordemos que aquellos que hacen mucho ruido mientras viven reposan tras la visita de la parca en idéntico silencio que los que transigen con el sí señor, no faltaba mas...
He dicho... y me he quedado tan ancho ¡hala!.
2 comentarios
Dececón -
Sin duda, lo mejor es tu declaración de intenciones, ojalá que puedas llevarla a cabo (y que los demás también lo hagamos, claro).
Uff, y no nos pidas hablar de la relatividad Einsteniana que incluso tras cuatro años de haber terminado los estudios sigo sin entenderla :_(
D-ro Esperanto -
Lo de "interrumpiéndose doscientas o trescientas veces para recordar tal o cual anécdota irrelevante" me ha recordado algo que me dijiste una vez y que me hizo mucha gracia: "Eres la única persona que conozco capaz de interrumpirse a sí misma mientras habla".
"Truyaderas nocturnas, Cxapitro 1" ya lo había leído, pero me ha gustado mucho leerlo denove.
PS Yo siempre he creído que era "trulladera", no "truyadera"; pero habría que preguntar a Dani, para que nos saque de dudas.
PPS "¿Determinismo o indeterminismo?" es probablemente la pregunta más difícil de responder de todas... Yo me quedaría con una "combinación lineal" de ambas, si fuera posible, pero tirando un poco más a "determinismo" que a "indeterminismo" (en otras palabras: que no me creo mucho la mecánica cuántica).